1. Educar hoy: recuperar el vínculo, los hábitos y el sentido

Si te asomas hoy al interior de los centros educativos verás en muchas clases algo que preocupa: niños y adolescentes que se desinflan rápido. Les cuesta sostener la atención, tiran la toalla ante la primera dificultad, se muestran impertinentes y caprichosos, entran en continuos conflictos y necesitan estímulos constantes para seguir. No es que no valgan o no quieran aprender; es que les faltan herramientas para tolerar la frustración, organizarse, autorregularse y perseverar.

A esto se suma una sobredosis de pantallas. Pasan más tiempo frente a dispositivos que conversando, jugando o aburriéndose creativamente. Dormimos peor, comemos con prisa y con el móvil en la mesa. Y ese cóctel se nota: hay más cansancio, menos paciencia y menos ganas de esforzarse.

También han cambiado los límites en casa. A veces no están claros, otras veces cambian según el día, y con frecuencia delegamos en el colegio tareas que necesitan raíz familiar: hábitos, horarios, maneras de pedir y de esperar. Cuando los límites se vuelven difusos, los niños se sienten inseguros y prueban dónde está la línea…una y otra vez.

Cuando en casa faltan rutinas, es tentador ‘echar balones fuera’: que aprendan a comer en el comedor, que “el cole” ponga los límites. El comedor escolar ayuda, pero si lo usamos para ahorrarnos el conflicto de educar en la mesa, el niño pierde dos aprendizajes clave: vínculo y hábitos en su entorno más seguro.

El resultado es un clima de aula tenso: los docentes invierten demasiada energía en “contener conductas” y les queda menos tiempo para lo esencial: enseñar y acompañar. Y eso frustra a todos: alumnos, familias y profesorado.

Pero atención: no es culpa de uno solo. No es “las familias”, ni “el colegio”, ni “las pantallas”. Es un ecosistema desajustado (familia–escuela–entorno digital) que necesita volver a sincronizarse. La buena noticia es que cuando cada parte hace pequeños ajustes —presencia y límites en casa, metodologías claras en el aula, uso consciente de la tecnología— el cambio se nota rápido.

Este texto no busca señalar, sino sumar. Si te resuena lo que lees, sigue adelante: veremos cómo recuperar el vínculo, reconstruir hábitos sencillos y poner límites con sentido para que aprender vuelva a ser posible… y disfrutable.

2. ¿De dónde viene el problema?

Hoy muchos peques llegan a clase cansados, con sueño, o “acelerados” y con excesiva impulsividad, porque las pantallas se han colado en todo: roban horas de sueño, quitan tiempo de juego y de movimiento, y dificultan la atención (lo recuerda la AEPED). Si a eso sumamos sedentarismo, consumo de alimentos azucarados y dormir poco, el resultado es un cerebro más irritable y menos disponible para aprender; la OMS es clara: en la infancia toca priorizar moverse cada día y dormir lo suficiente. Y hay un tercer ingrediente que pesa: la ruptura de rutinas familiares. Cada vez compartimos menos comidas sin móviles, conversamos menos y jugamos menos juntos, no dedicamos tiempo de calidad, preferimos calmar una rabieta dándole al niño lo que quiere en lugar de sostener su incomodidad con paciencia y lenguaje calmado; cuando eso falta, también faltan las pequeñas anclas que ordenan el día y tranquilizan al niño.

La buena noticia: el ejemplo adulto marca la diferencia, (si nosotros apagamos el móvil antes, cenamos juntos y hablamos sobre lo que nos ha pasado durante el día, leemos en papel, salimos a dar un paseo o al parque, nos daremos cuenta de que ellos aprenden con el ejemplo).

3. ¿Qué es la buena educación?

Cuando hablamos de “buena educación” no estamos pensando en niños perfectos ni en padres que nunca se equivocan. Hablamos de un rumbo: una forma cotidiana de estar con nuestros hijos que les da seguridad, les enseña a cuidarse y a convivir. Ese rumbo se apoya en tres pilares muy sencillos de decir y muy humanos de practicar: vínculo, hábitos y límites con sentido.

  1. Vínculo: presencia, escucha y coherencia emocional

    El vínculo es ese mensaje silencioso de “estoy contigo y eres importante para mí”. No es estar todo el día entreteniendo, es estar disponible: mirar a los ojos, escuchar de verdad, validar lo que sienten y sostener cuando se desbordan. La coherencia emocional es clave: si estoy cansado, lo digo sin culpar al niño (“necesito cinco minutos y luego jugamos”), si me equivoco, reparo (“te hablé mal, perdona”). Con vínculo fuerte, los límites duelen menos y los aprendizajes calan más.

  2. Hábitos: horarios, sueño, alimentación, movimiento y estudio

    Los hábitos son las vías del tren por donde circula el día: hora de dormir, de comer, de moverse, de leer o estudiar. No buscan controlarlo todo, buscan liberarnos de peleas y dar previsibilidad. Dormir a su hora mejora el humor y la atención; comer sin pantallas favorece la conversación; moverse a diario descarga energía; un ratito fijo de lectura de cuentos o juegos en familia crea constancia. Los hábitos se enseñan haciéndolos juntos y con señales simples: pictogramas, temporizadores: “primero jugamos, luego descansamos”; “saldremos al parque después de la siesta”.

  3. Límites con sentido: pocas reglas, claras y sostenidas

    Un límite con sentido protege: protege el descanso, la salud, la convivencia y el aprendizaje. No hace falta gritar ni chantajear (si no…ya no te quiero); basta con pocas reglas (mejor si están visibles), anticipadas, y si no se respetan/cumplen: consecuencias lógicas con amor. Ejemplos: Los juguetes que no se recojan ahora se guardan hasta mañana, Si pegas, paramos el juego y hablamos de lo que no debes hacer. El tono es amable y firme a la vez: cariño en la forma, claridad en el fondo.

3.1. Educar no es mandar todo el tiempo

Educar es preparar el entorno para que lo bueno sea fácil (rutinas claras, materiales a su altura, horarios visibles) y sostener reglas estables que no dependan del humor del día. Así evitamos la negociación eterna y reducimos la energía gastada en regañar. Menos “¡hazlo ya!” y más “esto lo solucionamos hablando y sin pegar”. Cuando el marco es predecible, los niños se sienten seguros y pueden concentrarse en lo importante: crecer, aprender y disfrutar.

3.2. Cómo se ve en la práctica (micro-ejemplos)

  • Vínculo: 15 minutos diarios de juego o charla 1:1, sin móvil.
  • Hábitos: rutina de noche repetida (baño → cena → cuento → dormir). Las rutinas les dan seguridad. (Sabe lo que viene después)
  • Límite con sentido: “Hoy no hay más dulces. Mañana eliges una fruta para la merienda”.
  • Reparación: “Nos hemos gritado. Vamos a calmarnos y lo intentamos de nuevo”.

La “buena educación” de hoy no es una lista perfecta; es un equilibrio que se construye con paciencia y presencia. Cuando vínculo, hábitos y límites caminan juntos, la casa se vuelve más tranquila, la escuela se aprovecha mejor y los niños aprenden el mensaje profundo: “Aquí hay amor, estructura y confianza en ti”. Y con eso, el resto aparece.

4. Educar sin límites

Alguna vez escucho a padres hablar de cómo quieren criar a sus hijos “libres”. Cuando avanzan más en su explicación veo que confunden la idea de libertad. Y aquí nace un error que, a la larga, puede pasar factura a todos.

En mi aula los niños son libres de ir al baño cuando sienten la necesidad, o de beber agua, o de elegir rincón donde jugar, pero tenemos normas (no vamos al baño para jugar, 1 niño = 1 baño, primero juego y después guardo los juguetes,…)

Educar en libertad requiere límites claros que den seguridad. Si no ponemos límites “para no coartarles”, ocurren varias cosas:

4.1. Por qué falla criar “sin límites”

  • Inseguridad: sin señales, el niño no sabe qué se espera. La libertad total se vive como ansiedad, no como autonomía.
  • Aprendizaje frágil: sin normas estables no hay hábito; cada día se “empieza de cero”.
  • Relación tensa: el adulto solo aparece cuando ya hay conflicto; se grita más, se disfruta menos.
  • Autocontrol débil: los límites externos entrenan los internos (esperar, tolerar frustración, terminar tareas).

4.2. Señales típicas en casa

  • Negociación eterna por todo (“cinco minutos más…”).
  • Sin hábitos de sueño de calidad.
  • Rabietas frecuentes ante cualquier “no”.
  • Padres agotados, que ceden para tener paz inmediata… y mañana es peor.

4.3. Lo que funciona (marco + libertad dentro)

  • Pocas reglas, claras y visibles. Ej.: “Dormitorios sin pantallas”, “hablamos sin gritar”.
  • Consecuencias lógicas (no afectivas). Relacionadas con el acto y reparadoras: no recoges → se guarda hasta mañana; gritas/pegas → pausa y reparar.
  • Elección acotada. Libertad dentro del límite: “Hora de ponerse el pijama: ¿azul o rojo?”, “Leemos un cuento: ¿en el sofá o en tu cama?”.
  • Anticipar y sostener. Avisos de 5 min; la regla se repite igual hoy, mañana y pasado.
  • Vínculo primero. Validar emoción y mantener el marco: “Entiendo que te enfades. Aún así, hoy te tienes que duchar”.

4.4. Frases modelo (amables y firmes)

  • “Te quiero siempre. Ahora toca guardar”.
  • “Aquí lo hacemos así: primero cena, luego juego”.
  • “No es un castigo; es la regla que nos cuida.
  • “Puedes elegir: ¿lo quieres hacer ahora o en 2 minutos con mi ayuda?”

4.5. Planificación de 7 días para “pasar del caos al marco”

  1. Elige 3 reglas y ponlas en un cartel (no más).
  2. Define una consecuencia lógica para cada una.
  3. Quítale drama: explica brevemente y con claridad.
  4. Anticipa y usa temporizador.
  5. Ofrece siempre dos opciones válidas.
  6. Repara si te equivocas (“grité; lo volveré a decir hablándote bien”).
  7. Evalúa el domingo: qué funcionó / qué ajustar.

Idea clave: Los límites no “recortan” la libertad; la hacen usable. Un niño que sabe qué esperar, duerme mejor, discute menos y puede concentrarse en explorar, aprender y disfrutar.

Empatía + normas claras = libertad con dirección.

5. Lo que funciona en infantil

Cuando hablamos de “qué funciona” en casa y en la escuela, no buscamos fórmulas mágicas, sino rutinas sencillas y sostenibles que ayuden a cada niño según su etapa.

En Infantil (3–6), el mundo se entiende mejor si es visible y predecible: pictogramas, juegos con reglas simples, roles pequeños y un rincón de calma convierten el día en algo comprensible y manejable.

Lo esencial: climas predecibles, expectativas explícitas y consecuencias lógicas. Cuando el entorno está bien preparado y el mensaje es coherente (“aquí lo hacemos así”), los niños se tranquilizan, saben qué se espera de ellos y pueden poner su energía en aprender, no en pelear por cada paso.

A continuación verás cómo aterrizar esto en casa, con ejemplos claros para esta etapa:

5.1. Rutina visual

  • Qué es: una tira con pictogramas o dibujos que muestran el orden del día.
  • Cómo hacerlo en casa: pega entre 5 y 8 pictogramas (despertar → baño → desayuno → vestirse → cole… noche: recoger → cena → dientes → cuento → dormir). Puede ser una secuencia para la mañana, y otra al volver del colegio.
    Blog pictogramas
  • Ejemplo:
    • Antes de desayunar, señalas el pictograma: “Ahora toca ducha y luego desayuno” (mejor si eligen la ropa el día anterior).
    • Si se distrae: “¿Qué dice nuestra tira? Recoger. Vamos, yo guardo los peluches y tú los coches”.

5.2. Juego con reglas simples

  • Qué es: juegos que entrenan esperar turno, parar, contar.
  • En casa (10–15 min): “Semáforo” (verde: moverse; rojo: quietos), “Estatuas musicales”, “Simón dice” con 2 pasos, juegos de cartas, memories, dominós…
  • Frase útil: “Jugamos 10 minutos. Si se enciende el rojo, todos congelados.

5.3. Roles/encargos

  • Qué es: pequeñas responsabilidades diarias.
  • Ejemplos: “Inspector de plantas” (regar con vasito), “Ayudante de mesa” (servilletas y pan), “Guardia de mochilas”.
  • Truco: credencial colgante con dibujo del rol.

5.4. Semáforo de conducta

  • Qué es: panel con verde/amarillo/rojo para regularse.
  • Uso:
    • 🟢
      Verde: “lo haces tú solo”
    • 🟡
      Amarillo: “te recuerdo los pasos”
    • 🔴
      Rojo: “lo hacemos juntos”
  • Objetivo: pasar de rojo → amarillo → verde a lo largo de la semana.

El refuerzo positivo es nuestro mejor aliado: “me gusta mucho cuando me dices las cosas sin llorar”.* Le da pistas al niño de por dónde sí es.

5.5. Rincón de la calma

  • Qué es: un espacio pequeño con cojín, tarjetas de respiración, juguetes blanditos/sensoriales, como el bote de la calma.
  • Frase modelo: “Veo que estás enfadado. Vamos 2 minutos al rincón y luego seguimos”.

Mini-plan 2 semanas (Infantil):

  • Semana 1: crear rutina visual + un rol diario. (Ahora vestirte, después tomarte el desayuno)
  • Semana 2: añadir juego con reglas (3 días) + rincón de calma (entrenar respiración 5 veces).

Objetivo de la semana

  • Que tu hijo sepa qué viene después (menos peleas, más autonomía).
  • Que asuma una responsabilidad sencilla cada día (rol).

Los niños hacen lo mejor que pueden Jesper Juul

Démosles un marco donde puedan hacerlo: previsibilidad, afecto y coherencia. Paso a paso, sin culpas y con constancia amable, la casa recupera el ritmo y el aula se convierte, otra vez, en un lugar para aprender y disfrutar.

6. Plan familiar

Cuando la casa cambia, en el cole se nota. No hace falta hacerlo todo a la vez, lo mejor es marcar un objetivo, y no pasar al siguiente hasta conseguirlo.

Os cito cinco decisiones claras y sostenidas que mejoran el sueño, la atención, el humor y la convivencia. Son simples, medibles y ajustables a cada familia.

6.1. Plan digital familiar

Vamos a fomentar una desescalada digital con acuerdos visibles.

De 0 a 6 años: ¿cuánto tiempo se aconseja su uso? → 0 minutos

  • Qué acordamos:

    • Edades: 0–6 años → pantallas desaconsejadas (si aparece alguna situación puntual: muy breve, siempre acompañada y con sentido, ejemplo: videollamada con los abuelos).
    • Dónde sí / dónde no: en salón (a la vista de todos); no en dormitorios ni en la mesa.
    • Cuándo: nunca antes de dormir; en mayores (7+) tiempos cortos y programados.
    • Qué y con quién: contenidos acordados y, siempre que se pueda, co-visionado (ver y comentar juntos).
  • Cómo se ve en casa:

    • Cartel en la nevera con 4 líneas: dónde, cuándo, cuánto, qué.
    • Cesta de dispositivos en la entrada; cargadores fuera de las habitaciones, (para todos los componentes de la familia, recuerden que papá y mamá educan con el ejemplo).
    • Si se incumple: consecuencia lógica (“mañana no hay turno de pantalla”, en referencia a ver la TV).

6.2. Dormir a su hora (el sueño es “fertilizante” del aprendizaje)

  • Qué hacer esta semana:

    • Hora fija para empezar rutina (baño → cena → cuento → dormir).
    • Pantallas: 0 por la noche; atenuar luces (luces rojas) y ruido; adelantar 15–30 min la hora de ir a la cama si hay despertares en mitad del sueño.
    • Ritual de cierre: “tres cosas buenas del día”.
  • Señales de que vamos bien: se duerme antes, menos irritabilidad matinal, más atención al empezar el cole.

6.3. Mover el cuerpo cada día (mínimo 60 minutos en edad escolar)

  • Cómo sumar movimiento sin gimnasio:

    • Camino activo al cole (una parte a pie o patinete).
    • Parque diario 20–30 min: columpios, trepar, correr.
    • Pausas activas en tareas (3–5 min de saltos, sentadillas, estiramientos).
    • Fin de semana: ruta sencilla en familia, bici, juegos con balón.
  • Truco: pon el movimiento en la agenda como cualquier cita.

6.4. Comer en familia (sin pantallas)

  • Por qué funciona: mejora la conversación, hábitos y señales de saciedad.

  • Cómo empezar:

  • Quitar pantallas de la mesa; turno de palabra (la cuchara de la palabra: cada uno cuenta algo del día, pasa la cuchara cuando acaba de hablar).

  • Roles: “ayudante de agua”, “servidor de ensalada”.

  • Mini-ritual: gracias por algo concreto (“gracias por poner la mesa”).

  • Si protestan: *“En esta casa, comemos sin pantallas. Después de cenar, elegimos un juego: “veo-veo”, “La oca”

6.5. Límites amables y firmes (pocas reglas, claras y sostenidas)

  • Reglas tipo (cartel visible):

    • Dormitorios sin pantallas.
    • Tareas antes de cenar.
    • Hablamos sin gritar: si me altero, pausa y vuelvo.
    • Todos colaboran con un rol diario.
  • Cómo aplico sin gritar:

    • Anticipo: “En 5 minutos guardamos”.
    • Enuncio la regla: “Aquí lo hacemos así…”.
    • Consecuencia lógica y reparación: “Hoy las piezas no se recogieron, se guardan hasta mañana. Mañana jugamos juntos”.

Para empezar hoy (mini-plan de 7 días)

  • Día 1: cartel “Plan digital” y cesta de dispositivos.
  • Día 2: marca hora de inicio de rutina de noche; elige entre dos cuentos.
  • Día 3: camino activo al cole (un tramo).
  • Día 4: cena sin pantallas + turno de palabra.
  • Día 5: define 4 reglas de casa y pégalas.
  • Día 6: pausa activa en tareas (3 veces).
  • Día 7: revisión en familia: qué funcionó / qué ajustamos.

Con estas cinco decisiones, no buscamos perfección, buscamos ritmo. En pocas semanas, la casa se vuelve más predecible y el niño llega al aula más descansado, más disponible y más conectado.

7. Corregir sin culpas

La Idea con fuerza de la que partiremos es cambiar el rumbo, no es buscar culpables, es asumir responsabilidad compartida y dar pasos pequeños pero sostenidos.

7.1. Mini-guía en 3 pasos: reconocer → acordar → sostener

  1. Reconocer (sin juicio):

    “Se nos hizo tarde para acostar a los niños y esta mañana estamos todos cansados”.

  2. Acordar (claro y visible):

    Una regla, un lugar, un horario. Cartel en la nevera. Ej.: “Dormitorios sin pantallas. Cargadores en el salón. Por la noche”.

  3. Sostener (con calma, sin chantajes y con consecuencias lógicas):

    Repite la regla sin discutir; aplica la consecuencia relacionada y repara.

    Ej.: “Hoy no se respetó la tarea de poner la mesa; mañana vuelve a ser tu turno y lo ampliamos el viernes”.

7.2. Cuando hay recaídas (las habrá)

  1. Pausa y reset: “Nos hemos desviado. Volvemos al plan”.
  2. Micro-ajuste: reduce la meta (de 45 a 30 min; de 5 normas a 3).
  3. Reparación breve: “Ayer me enfadé y grité. Lo siento; hoy lo haré distinto”.
  4. Ancla visual: temporizador, checklist, credenciales de roles.

7.3. Señales de que conviene pedir ayuda (pediatría/orientación/psicología)

  • Sueño muy alterado o somnolencia diurna persistente.
  • Estallidos de ira frecuentes, autoagresiones o agresiones a otros.
  • Rechazo intenso y mantenido a ir al cole.
  • Uso problemático de pantallas (oculto, nocturno, pérdida de intereses).
  • Tristeza, apatía, descontrol o ansiedad que no ceden con los cambios de hábitos.

8. Cierre esperanzador

La escuela no es una “jaula que domestica”; es un lugar de cultura, hábitos, encuentro y pertenencia. Cuando familia y centro remamos en la misma dirección —presencia, rutinas sensatas y límites con sentido— los resultados llegan: niños que entran al colegio con menos sueño y mejor humor, librando menos batallas, y con más ganas de compartir y aprender. Y sobre todo, con la seguridad de sentirse escuchados y valorados. Mirando con admiración al adulto que le acompaña con respeto y paciencia, que le habla con amor y empatía, y que entiende que está aprendiendo a ser persona y a relacionarse con el mundo y sus iguales.

Sostener unas pocas reglas claras en casa no es controlar, es cuidar.

En familia, tenemos un inmenso abanico de situaciones para crecer juntos. La mesa se convierte en escuela de conversación y pertenencia; los fines de semana se transforman en momentos para hacer cosas diferentes y pasar tiempo de calidad unidos; los límites, en carriles seguros para que los niños avancen sin miedo. Con presencia, consistencia y reparaciones sinceras, el hogar pasa de la lucha diaria a un ritmo predecible donde todos descansan mejor, se enfadan menos y aprenden más.

No buscamos perfección, buscamos constancia amable: repetir lo importante hasta que el cerebro y el corazón de nuestros hijos lo reconozcan como hogar

9. Referencias


Donde va la atención, fluye la activación neuronal y crecen las conexiones Daniel J. Siegel

🙏🏽 Gracias por tu compromiso en el acompañamiento a tus hijos.


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