1. Funciones ejecutivas a los 4 años
El desarrollo infantil da un salto enorme a los cuatro años. Es una etapa de expansión: el niño pasa de “descubrir el mundo” a “entender cómo funciona y cómo encaja en él”. Se producen nuevos hitos importantes en diferentes áreas: cognitiva, emocional, motora, social, y de autonomía. Los niños están aprendiendo a controlar su cuerpo, sus emociones y su atención. Empiezan a desarrollar un “director de orquesta” interno que les ayuda a decidir qué hacer, cómo hacerlo y cuándo parar. Ese director se llama funciones ejecutivas.
Son las habilidades mentales que nos permiten pensar antes de actuar, esperar nuestro turno, recordar lo que tenemos que hacer, cambiar de idea cuando algo no sale bien y organizar los pasos para lograr una meta.
Estas capacidades no se enseñan con fichas, sino jugando, experimentando y acompañando cada pequeño avance.
Las funciones ejecutivas se entrenan de forma natural en Infantil porque la propia metodología —juego, rutinas, rincones, proyectos, asamblea— exige recordar, esperar, cambiar de plan, organizarse y autorregularse. No es un “extra”: ocurre cada día, en cada propuesta.
1.1. Las principales funciones ejecutivas
- Memoria de trabajo
- Control inhibitorio (inhibir impulsos)
- Flexibilidad cognitiva
- Planificación y organización
- Iniciativa (arrancar tareas)
- Autorregulación emocional
1.1.1. Memoria de trabajo
1.1.2. Control inhibitorio (inhibir impulsos)
1.1.3. Flexibilidad cognitiva
1.1.4. Planificación y organización
1.1.5. Iniciativa (arranque de tareas)
1.1.6. Autorregulación emocional
1.2. Consecuencias de no entrenarlas
Cuando no se estimulan las funciones ejecutivas, los niños pueden mostrar:
- Dificultad para concentrarse o seguir consignas.
- Reacciones impulsivas o desproporcionadas.
- Problemas para adaptarse a los cambios o esperar.
- Dependencia constante del adulto para empezar o terminar tareas.
- Baja tolerancia a la frustración y menor autonomía.
A largo plazo, esto puede afectar el aprendizaje, la autoestima y la convivencia. Por eso, trabajar las funciones ejecutivas en el aula de infantil es preparar el terreno para el éxito académico y emocional futuro.
2. Entender cómo funciona el mundo
Cumplir cuatro años es un punto de inflexión. El niño deja atrás la primera infancia —esa etapa en la que todo es novedad, descubrimiento y experimentación— y comienza un tiempo diferente: un tiempo de comprensión, de autonomía creciente y de primeras grandes preguntas.
A los cuatro años, ya no solo explora el mundo: empieza a entender cómo funciona y, sobre todo, cómo él encaja dentro de ese mundo. Quiere saber el porqué de las cosas, busca reglas, quiere participar, decidir y probar. Su cerebro está en plena expansión y su curiosidad es infinita. Cada experiencia, cada conversación, cada juego, está construyendo conexiones neuronales que más adelante sostendrán su aprendizaje, su autoestima y su manera de relacionarse con los demás.
En esta edad, el pensamiento se vuelve más lógico, el lenguaje se dispara, el cuerpo gana coordinación y la emoción empieza a tener nombre. Pero también llegan los desafíos: la frustración cuando algo no sale, las rabietas más sutiles, la dificultad para esperar o para aceptar normas. Todo eso no es un retroceso, sino parte natural del proceso.
El niño de 4 años necesita explorar con libertad, pero dentro de límites claros. Necesita adultos que lo miren, que lo escuchen y que confíen en él, aunque a veces se equivoque. Lo que más lo ayuda no son las explicaciones largas, sino la paciencia, la presencia y el juego compartido.
Acompañar esta etapa es recordar que el desarrollo no es una carrera, sino un camino lleno de pequeños grandes logros. Y que detrás de cada “yo solo” hay un cerebro y un corazón creciendo al mismo ritmo.
Os explico los logros más importantes a esta edad:
2.1. Desarrollo cognitivo y funciones mentales
- Atención más sostenida: puede concentrarse en una actividad entre 10 y 15 minutos si le interesa.
- Memoria narrativa: empieza a contar experiencias pasadas con orden lógico (“fuimos al parque y luego comimos helado”).
- Pensamiento simbólico avanzado: el juego imaginario se vuelve más elaborado (roles, reglas, historias).
- Inicio de la lógica básica: comprende causa–efecto (“si riego la planta, crece”).
- Preguntas constantes: “¿por qué?”, “¿cómo?”, “para qué?” —la curiosidad está en su punto máximo.
- Concepto del tiempo en desarrollo: reconoce rutinas (mañana, tarde, noche), aunque aún no maneja bien horas ni días.
2.2. Lenguaje y comunicación
- Vocabulario activo de unas 1.000 a 1.500 palabras.
- Construye oraciones de 5 a 8 palabras.
- Usa pronombres, plurales y tiempos verbales con mayor precisión.
- Comprende instrucciones de dos o tres pasos.
- Disfruta de rimas, canciones y cuentos repetitivos.
- Empieza a usar el lenguaje para negociar, argumentar o convencer (“pero si me porto bien, ¿puedo quedarme un poco más?”).
2.3. Desarrollo motor
2.3.1. Motricidad gruesa
- Corre, salta con ambos pies, lanza y atrapa pelotas grandes.
- Comienza a mantener el equilibrio en un pie unos segundos.
- Empieza a pedalear triciclo o bici con ruedines.
2.3.2. Motricidad fina
- Copia líneas, cruces, círculos y algunas letras.
- Sostiene el lápiz con pinza digital.
- Recorta con tijeras simples.
- Construye torres o figuras con piezas pequeñas.
2.4. Desarrollo emocional y social
- Conciencia de sí mismo: diferencia entre “yo” y “los otros”; reconoce emociones propias y ajenas.
- Juego cooperativo: pasa del juego paralelo al compartido, con roles definidos (“tú eres el médico, yo el paciente”).
- Busca aprobación del adulto: necesita que se reconozcan sus logros.
- Empatía incipiente: consuela o ayuda si ve a otro triste.
- Aparición de nuevos miedos realistas: oscuridad, monstruos, separarse de los padres.
- Inicio del autocontrol emocional: ya puede calmarse con apoyo y empieza a verbalizar (“estoy enfadado”).
2.5. Desarrollo creativo y simbólico
- Dibuja figuras humanas con cabeza, tronco y extremidades.
- Usa el color con intención (el cielo azul, el sol amarillo).
- Representa roles familiares o sociales (maestro, médico, mamá…).
- Se expresa con canciones, dramatizaciones y bailes espontáneos.
2.6. Autonomía y hábitos
- Come solo con cubiertos.
- Se viste y desviste con ayuda mínima.
- Usa el baño con independencia (puede pedir ir).
- Colabora en tareas sencillas: recoger juguetes, poner la mesa.
- Comienza a anticipar rutinas diarias sin recordatorio.
3. Conclusión
Cada vez que un niño espera su turno, recuerda una consigna o consigue calmarse después de enfadarse, está construyendo mucho más que una habilidad: está aprendiendo a conocerse y a confiar en sí mismo.
A los 4 años, el niño está consolidando su identidad, lenguaje, control corporal y emocional, y empieza a comprender que pertenece a un grupo —la familia, la clase, los amigos— donde hay normas, turnos y respeto mutuo.
Las funciones ejecutivas no se enseñan con palabras, se entrenan con presencia, paciencia y juego.
En cada reto, el adulto ofrece estructura; en cada logro, el niño siente orgullo.
Así, poco a poco, el cerebro se organiza… y el corazón también.
4. Referencias
UNICEF España (2023). Guía de hitos del desarrollo infantil 0-6 años.
American Academy of Pediatrics (AAP). Cognitive and emotional milestones at age 4.
Ministerio de Educación y Formación Profesional (España). Orientaciones para la Educación Infantil, segundo ciclo.
Harvard University, Center on the Developing Child (2020). Guía sobre habilidades de función ejecutiva y autorregulación.
Centro de Desarrollo Infantil de Harvard (2020). Guía sobre habilidades de función ejecutiva y autorregulación.
Pepsic (2011). Desarrollo de las funciones ejecutivas en niños preescolares.
NeuronUP (2024). Funciones ejecutivas: qué son y cómo entrenarlas.
La mente es como el paracaídas… sólo funciona si la tenemos abierta Albert Einstein
🙏🏽 Gracias por tu compromiso en el acompañamiento a tus hijos.
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