1. El aburrimiento

¡Que comience el espectáculo!

— Señoras y señores… ha llegado el momento de hablar… del gran enemigo del siglo XXI. No, no es la wifi que se corta justo cuando estás subiendo una foto. No es el apocalipsis de los zumos sin azúcar ni las croquetas de quinoa.

Es… ¡¡el aburrimiento infantil!!

(Silencio breve, mirada significativa, poker face)

Ese ser temido por padres, educadores y abuelos, que se presenta sin avisar, preferiblemente justo cuando estamos en una videollamada de trabajo o en la cola del supermercado. Llega disfrazado de frase letal:

— “Mamá… me aburro”.

Y entonces… pánico. Se activan los protocolos de emergencia: pantallas encendidas, actividades improvisadas, búsquedas desesperadas de “juegos fáciles para niños hiperactivos sin ensuciar nada”, manualidades con rollos de papel higiénico…

Pero, ¿y si el aburrimiento no fuera el villano? ¿Y si fuera… el superhéroe silencioso del desarrollo infantil?

Hoy vengo a contarles que, lejos de ser el anticristo de la crianza moderna, el aburrimiento es como ese amigo raro que nadie invita a las fiestas… pero que resulta ser un genio en creatividad, independencia y pensamiento simbólico.

Así que preparen sus mentes y, si se aburren durante este artículo…¡mejor! Estarán activando su red neuronal por defecto. Bienvenidos a “¡Me aburro!” (y por qué eso es fantástico).

2. Entremos en detalles

¿Recuerdan la última vez que dejaron a un niño sin nada que hacer?

Si se aburre, es que algo va mal. Manolo, tenemos que hablar con su maestra”. (Mito)

Aburrirse no es un problema; de hecho, desarrollar la capacidad de tolerar el aburrimiento desde la infancia podría convertirse en una valiosa habilidad, especialmente en un mundo donde es cada vez más raro enfrentarse al tiempo libre sin la compañía constante de pantallas, dispositivos móviles e internet, o sin una agenda llena de actividades pendientes que cumplir.

El aburrimiento, lejos de ser algo negativo, es una experiencia inherente a la vida y cumple un papel importante en la construcción de la autoestima y en el desarrollo de la creatividad.

¿Cuál es el primer pensamiento que le llega cuando su hijo le dice que se aburre?

Pues déjeme contarle que disponer de tiempo no estructurado —ese momento en el que un niño se pregunta “¿y ahora qué hago?”— favorece el crecimiento de capacidades relacionadas con el juego simbólico y la imaginación. En ese “vacío”, el niño encuentra espacio para inventar: puede convertir una caja de cartón en un barco o un simple palo en una escoba voladora, dando lugar a juegos de ficción espontáneos.

Aburrimiento = oportunidad de aprendizaje.

¿Qué dice la Neurociencia? cuando la corteza prefrontal no recibe inputs, se activa la red neuronal por defecto, ligada a imaginación y planificación.

Diversos estudios señalan que, cuando el entorno ofrece pocos estímulos, los niños tienden a involucrarse más en juegos activos, como correr, saltar, esconderse o explorar, lo que no solo estimula su creatividad, sino que también contribuye a su bienestar físico y previene el sedentarismo. Además, en ocasiones, recurren a la imitación del mundo adulto para llenar esos momentos, creando juegos de rol donde bañan a un perrito, preparan una comida imaginaria o simulan dar clases como su maestra.

3. Los niños necesitan aburrirse

Y los adultos, también.

Cuando tenía 8 años y me aburría, utilizaba las cajas de cereales y las transformaba en cajones para guardar mis cartas de olor, las forraba de papel de regalo y me quedaban monísimas; también usaba los envases de cartón de los donetes para hacerles camas a mis barriguitas, y se hicieron populares entre mis vecinas.

En la actualidad, los niños pasan cada vez más tiempo frente a pantallas (ordenadores, tablets o móviles), muchas veces con acceso a contenidos sin supervisión adulta. Esta exposición constante puede generar sobrestimulación, lo que según investigaciones del grupo de Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada, puede afectar negativamente al aprendizaje. El exceso de estímulos genera una tolerancia que obliga a buscar nuevas fuentes de satisfacción, lo que podría explicar la hiperactividad o la dificultad para mantener la atención en una sola tarea.

Aunque el avance tecnológico ha traído beneficios evidentes, especialmente en cuanto a la reducción de distancias, también plantea desafíos importantes para la infancia.

Como consecuencia, muchos niños se desmotivan si no encuentran estímulos atractivos, y se alejan de experiencias como el aburrimiento, que paradójicamente es clave para despertar la creatividad. En lugar de saturarlos con actividades y estímulos externos, sería más beneficioso permitirles momentos de pausa y reflexión. Hemos desvalorizado el aburrimiento, cuando en realidad podría ser una puerta a la imaginación y al desarrollo personal.

4. ¿Hacemos la prueba del aburrimiento?

Si tiene hijos, le recomiendo el libro “Educar en el asombro”, de Catherine L’Ecuyer. En 2012, ella publicó en su blog un artículo que llevaba por título: “¿Hacemos la prueba del aburrimiento?”

En él establece que las vacaciones son una excelente oportunidad para observar cómo se comportan los niños cuando no hay actividades dirigidas ni estímulos externos constantes. Propone la “prueba del aburrimiento”: dejar que los infantes jueguen libremente durante unas dos horas en la naturaleza, sin juguetes, pantallas ni estructuras, y observar si son capaces de entretenerse con su imaginación o si, por el contrario, muestran signos de aburrimiento, ansiedad o hiperactividad.

En niños de 3 a 6 años, el aburrimiento no debería ser habitual, ya que su creatividad natural debería permitirles inventar juegos. Si se aburren, es probable que durante el resto del año estén sometidos a un exceso de estímulos, horarios rígidos y un ritmo de vida acelerado.

El experto Dimitri Christakis, en una charla TED, advierte sobre los efectos de la sobreestimulación digital. Incluso los contenidos infantiles, con sus ritmos acelerados e intensos estímulos, pueden alterar la percepción del ritmo natural de los niños, generando inquietud, falta de atención y una búsqueda constante de sensaciones fuertes. Esto puede llevar a comportamientos de riesgo en busca de estímulos similares a los de las pantallas (les dejo un vídeo más abajo).

Los niños de hoy no se aburren más que los de otras épocas, sino que tienen menos recursos para afrontar ese aburrimiento, explica Corsini. «No son capaces de usar la imaginación ni de aprovechar su tiempo libre. Tienen de todo para entretenerse, sin embargo, carecen del tiempo y de las estrategias necesarias para crear su propio juego», opina también Patricia Francisco San Julián, psicóloga infantojuvenil de ISEP Clínic Madrid.

El juego constituye un derecho fundamental en la infancia, a través del cual el niño explora, descubre, conoce y da sentido al mundo que lo rodea, utilizando todos sus sentidos. Esta vivencia se manifiesta de manera única en cada niño, pues se trata de una experiencia profundamente personal e irrepetible. Sin embargo, a pesar de su carácter individual, el juego es también una práctica universal, presente en todas las épocas, culturas y sociedades. Es una expresión natural y espontánea del ser humano: no requiere enseñanza ni justificación, ya que el propio niño, guiado por su curiosidad e intuición, encuentra por sí mismo las formas de jugar. El juego no es solo cosa de niños, a los adultos nos sirve para disminuir los niveles de estrés, por ejemplo. Y la complicidad que se genera entre un adulto y un niño que juegan juntos es casi mágica.

5. Cómo facilitar un buen aburrimiento

Si el aburrimiento fuera una APP, sería la única sin anuncios y con creatividad ilimitada.

Pero —spoiler alert— no la encontrarás en la App Store: viene preinstalada de fábrica en cada niño. Cuando un peque de tres o cuatro años declara con dramática solemnidad «¡Me aburro!», lo que realmente dice su cerebro es: “Cerré todas las pestañas y estoy listo para abrir un nuevo mundo, ¿me das Wi-Fi creativo?”

«Aburrimiento App»

Dato de la fichaDetalle imaginario
NombreAburrimiento App (viene preinstalada de serie en cada niño)
Tamaño de descarga0 MB – funciona con aire, tiempo y cuatro cachivaches que encuentre
Modo de uso100 % offline, batería infinita
ActualizacionesAutomáticas: cuanto más se usa, más se expande la creatividad

Nuestra misión al ”facilitar” no es servirles un catálogo de entretenimiento, sino montar el “router” adecuado:

  1. Zona libre de estímulos hiperactivos (fuera neones y pantallas, dentro silencio y mariposas en la barriga).
  2. Materiales que no hagan todo el trabajo, como piezas sueltas, cajas y telas que susurren “haz conmigo lo que quieras”.
  3. Adulto en modo Ninja Zen activado: presente, atento, pero con la boca en “mute” y los ojos en “observación”, listo para salvar la vida (o la maceta) sólo si hace falta.
Blog ninja zen

En las próximas líneas veremos cómo preparar este “spa del tedio” —un lugar tan relajante que hasta la imaginación más perezosa salta de la hamaca y se pone a inventar. Porque, admitámoslo: de los mejores inventos de la historia, ninguno nació tras oír “siguiente vídeo en 5 segundos”.

¿Qué vamos a necesitar?

  1. Material no estructurado: las “piezas sueltas” que se utilizan en el enfoque educativo de la metodología Reggio Emilia, también conocidas como “loose parts”, el “museo del pobre” de las hermanas Agazzi: cajas con piedras, tapones, telas, pinzas, ramas…

  2. Tiempo libre real y presencia adulta no invasiva (estar → no dirigir).

    Pautas básicas para el adulto en modo Ninja Zen (el observador silencioso):

    1. Ocupe su lugar: siéntese a un lado con una tarea tranquila (leer, coser).
    2. Use descripciones en lugar de elogios vacíos: «Has encontrado otra manera de equilibrar la torre» en lugar de «¡Qué bonito!».
    3. Pregunta abierta solo cuando el juego decae: «¿Qué podrías intentar ahora?».
    4. Confirme emociones antes de ofrecer una solución: «¿te has enfadado al ver que la torre se caía?». O use el eco emocional (poner en palabras lo que percibe sin juicio): «parece frustrante cuando la torre se cae».
    5. Retírese un paso tras intervenir; devuelva el protagonismo.
  3. Normas básicas: seguridad física, respeto (lenguaje respetuoso, normas de convivencia), y recoger juntos. (Rutina Montessori: “sacamos-jugamos-guardamos” Los juguetes también descansan).

Les invito a programar cada día unos minutos de nada planificada.

6. Les puede interesar

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7. Bibliografía

Aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia Clifton Paul Fadiman

🙏🏽 Gracias por su compromiso en el acompañamiento a sus hijos.


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